¿HASTA CUÁNDO LA MA’ TEODORA?

Por: Dr.C. Ricardo R. Oropesa Fernández y Gabe Romero, Musicógrafo.

Introducción imprescindible:
Motivados por las noticias de convocatoria emitidas por diversos grupos de personas amantes de la música cubana en distintas localidades alrededor del mundo, elaboramos este artículo.

Como es sabido después de muchos años de presencia de la música cubana en el ámbito mundial y, específicamente en la ciudad de Nueva York; a partir del inicio de la segunda década del pasado siglo, es solo a partir de 1973 cuando se le denomina como “salsa”, un calificativo colectivo que como consecuencia directa desposee todas y cada una de las variantes típicas de la música bailable afrocubana -«son», guaracha, guaguancó, guajira- de sus respectivos identificadores individuales e igualmente contribuye a ocultar su indiscutible origen y, sin duda alguna, negar sus verdaderos gestores.

Salsa no es un género musical como últimamente se le pretende presentar, es solo un “movimiento comercial» de los ritmos bailables afrocubanos, así lo reconoció categóricamente en declaraciones recientes Eddie Palmieri quien también afirmó que lo que ejecuta es música cubana e igualmente manifestó que, para él, “salsa” no significaba otra cosa que no fuera lo que ponía sobre los espaguetis. Larry Harlow, a su vez, dijo que era la misma música cubana pero que solo le habían cambiado el nombre. Por su parte, Celia Cruz siempre mantuvo que aquello que interpretaba era música cubana. También Tito Puente aseguró perennemente que su música seguía siendo la misma música cubana en la que se había iniciado y que salsa era lo que ponía a los espaguetis o a las papitas fritas.

Uno de los factores que contribuyó grandemente al arraigo del remoquete “Salsa” fue indiscutiblemente el “embargo”—léase bloqueo económico, comercial y cultural–impuesto a Cuba, la isla mayor de las Antillas, que limitó drásticamente sus relaciones con otros países latinoamericanos. La afluencia de cubanos de la Isla al exterior se vió seriamente afectada y no es hasta inicios de este siglo XXI cuando el Papá Juan Pablo II, durante su visita a Cuba, pidió que: “Cuba se abriera al Mundo y el Mundo a Cuba” reiniciándose a partir de entonces y con mayor regularidad la presencia de agrupaciones cubanas en diversos países del globo, incluyendo entre ellos a los Estados Unidos de América. De esta manera se hace posible divulgar con mayor facilidad y fortitud la música popular cubana actual, así como aquella realizada durante ese largo e ignominioso período de aislamiento cultural forzado y por ende a sus creadores.

Debe admitirse que los cubanos y su música han sido víctimas de un hecho insólito y sin precedentes históricos. Cuando escuchamos jazz en Europa, temas originales, interpretado por nativos de cualquier país europeo, se le continúa llamando “jazz”. De igual manera, cuando en Gran Bretaña o Australia oímos Rock, el apelativo se mantiene inmutable. Sin embargo, no sucede así en el caso de la música cubana, ya que otros, en Nueva York, le cambiaron el nombre mas no su esencia que sigue siendo distintivamente afrocubana, caracterizada por similitudes en forma, estilo y/o tema.

Ahora, como si fuera poco, llega la noticia que un círculo de intelectuales dominicanos solicita que el “Son» cubano, género musical autóctono de Cuba, sea reconocido por la UNESCO como “Patrimonio Intangible e Inmaterial” de la República Dominicana. Esta propuesta se basa exclusivamente en la mítica historieta de “El ‘son’ de la Ma’ Teodora” que atribuye dicha creación a las hermanas Teodora y Micaela Ginés, supuestamente de origen dominicano. Esto ha provocado que personas sensatas hayan realizado un llamado a intelectuales y melómanos, connacionales y extranjeros, a pronunciarse al respecto para así contrarrestar este nuevo atentado que pretende despojar a Cuba de su más auténtico género musical, el “Son” cubano.
Debemos también tomar en consideración que ya no estamos en la época aquella en que los músicos e intelectuales cubanos no podían defender su patrimonio cultural ya fuera por ausencia en foros internacionales o representación física en los mismos. Hoy día esos intelectuales y las agrupaciones musicales cubanas viajan hacia todas las latitudes y tienen, al igual que otros, el acceso a la Red de Redes (Internet) para así poder difundir y defender su acervo cultural.

Es por ello que liderado por Doña Diana Hernández González se ha lanzado hace más de un año la convocatoria para recaudar firmas con el lema: “Que el SON CUBANO sea declarado Patrimonio cultural inmaterial de la Humanidad” por UNESCO a favor de Cuba, desde la plataforma: www.change.org que agrupa a las páginas: MundoSonero.com bailarsonycasino.com

Esta iniciativa ha alcanzado resultados muy positivos gracias a la colaboración de muchos amigos en todas las latitudes quienes consideran justo dicho reclamo a sabiendas que las autoridades de la cultura de Cuba ya han iniciado este proceso internacional.

Ahora, aunque solo coincidimos parcialmente con los argumentos planteados sobre el origen y la evolución del «Son» en Cuba expresados en esa plataforma, y por demás, consideramos que el «Son» no debe ser individualizado ya que tiene muchísimos rostros. Consecuentemente, si estamos a favor del espíritu de justedad de esta causa por lo que apoyamos plenamente e instamos a todos nuestros seguidores y amantes de la música cubana, doquiera se encuentren, a que divulguen y firmen esta solicitud.

Ahora, aunque solo coincidimos parcialmente con los argumentos planteados sobre el origen y la evolución del «Son» en Cuba expresados en esa plataforma, y por demás, consideramos que el «Son» no debe ser individualizado ya que tiene muchísimos rostros. Consecuentemente, si estamos a favor del espíritu de justedad de esta causa por lo que apoyamos plenamente e instamos a todos nuestros seguidores y amantes de la música cubana, doquiera se encuentren, a que divulguen y firmen esta solicitud.

¿Hasta cuándo la Ma’ Teodora?

Hoy día, como consecuencia de la inevitable globalización producto de la Internet, la leyenda o el mito a menudo, inexplicablemente, supera la realidad y los veraces fundamentos básicos sobre diversas temáticas presentes en nuestra sociedad, ya sea por ignorancia o, peor aún, por malintencionada manipulación que pretende someter a muchos a los designios y/o intereses de otros. Lo real y válido es que actualmente todos podemos tener acceso a información general. Debemos, cuando sea necesario y bajo la ética de la decencia, la educación y el respeto a nuestros semejantes, propiciar y participar activamente en el intercambio de ideas y, cuando lo consideremos necesario, la inspección de conceptos acumulados por la humanidad. Lo que ayer tardaba años en actualizar nuestros conocimientos hoy día con un simple “click”, en fracciones de segundos, llega a nuestras manos. Siempre he escuchado decir, desde niño, a los mayores de edad: “La mentira tiene patas cortas”. Actualmente, la mentira tiene también “mentes obtusas” que dispersan información sin asegurarse de su veracidad. Hoy más que nunca es necesario construir y estructurar nuestro propio conocimiento, analizando e investigando hasta asegurarnos de no estar equivocados en aquello que proponemos.

EL «SON» DE LA MA’ TEODORA

Con cierta frecuencia e insistencia observamos, en la temática de la música, lo que más nos ocupa y gusta de la historia universal, que, a tantos años de haberse demostrado e invalidado la elucubrada teoría del origen del “Son cubano”, aún se siga proponiendo y divulgando la misma; me refiero a la “Ma´Teodora”, toda una novelesca producción de ciencia ficción recreada y repetida con el único fin de negar los verdaderos orígenes del “Son cubano” y/o minimizar los grandes aportes afrocubanos a la música de nuestro continente. La infundada teoría fue magistralmente invalidada por medio de un minucioso estudio realizado sobre sólidas bases (científicas, históricas y musicológicas) y la debida metodología por el ilustre musicólogo e investigador cubano Alberto Muguercia Muguercia, recipiente de múltiples reconocimientos nacionales e internacionales por sus serios aportes a la musicología cubana. (1)

Teoría de «La Ma´ Teodora» de Alejo Carpentier.

Esta teoría, sobre el origen del ritmo musical del “Son cubano”, tiene como fundamento el análisis de la arquitectura del “Son de la Ma’ Teodora” recogida por Alejo Carpentier en su monumental obra “La Música en Cuba”, ubicada por él hacia 1590 y tomando como referencia la transcripción de Laureano Fuentes Matons que aparece en su libro “Las artes en Santiago de Cuba” publicado tres siglos después en 1893. Carpentier en su narrativa describe el evento y analiza la estructura copla-estribillo sobre la base poética (coplas) del “Romance extremeño”, de origen español, del “Son de la Ma´ Teodora” –el cual se alega fue compuesto por Teodora Ginés–pero al mismo tiempo reconoce, se cuestiona y nos alerta que:

«Un detalle interesante: su bandola parece haber perdido dos órdenes de las cuerdas, transformándose en un instrumento similar al tres, que aún se usan profusamente en la música popular cubana. Si las coplas son de herencia española, los rasgueos son de inspiración africana. Los dos elementos, puestos en presencia originan el, acento criollo.» (2) (Sic)

1. Teodora Ginés ¿mito o realidad histórica? Revista de la Biblioteca Nacional José Martí, septiembre-diciembre de 1971. Pág. 53-85.

2. Alejo Carpentier. La Música en Cuba. Temas de la Lira y del Bongó. Ediciones Museo de la Música. 2012. Pág., 42.

Lo que se escuchaba musicalmente en Cuba, como expone, tenía su origen en La Habana, siendo la capital cubana referencia para el resto del país, y donde, según se afirmaba radicaba la cantadora, haciendo alusión al supuesto cuarteto que formaran las hermanas Teodora y Micaela Ginés a finales del siglo XVI.
En la década de 1970 Alberto Muguercia, como anotamos anteriormente, en un trascendental trabajo de investigación socio-musicológica, desmitifica la teoría “Mateodórica” del origen del “Son cubano” al demostrar las incongruencias y, sobre todo, la no correspondencia de la propuesta estructura musical del “Son de la Ma´ Teodora” con el tiempo y periodo en el cual se le ubica, entiéndase, el siglo XVI-XVII, como había indicado Alejo Carpentier así como la transcripción y correspondiente partitura de Fuentes Matons del Siglo XIX. Debemos destacar que Alejo Carpentier no asegura la existencia de los personajes en cuestión o la validez de esa historia, más bien alerta y si se lee bien la 1ª edición de su libro, enfatiza “… como nos llegó la existencia de la Ma´Teodora…”, ya que él mismo dudaba y no estaba del todo convencido de su existencia. Sin embargo, desde la publicación de la edición de su libro en 1928, muchas han sido las referencias a su obra cercenando parcialmente sus apuntes sobre el Son y cuestiones varias abordadas en esa obra que a la luz de serias investigaciones científicas posteriores han sido adecuadamente corregidas.

La teoría de la “Ma’ Teodora, en su esencia, adopta una posición geográfica-diacrónica según el nivel de información en el momento histórico que es planteada por sus proponentes. En el caso específico de Alejo Carpentier y Fernando Ortíz sus conclusiones y análisis dejan interrogantes a despejar que ameritan una rigurosa revisión e investigación científica más profunda sobre el origen y evolución del Son y la Rumba en La Habana. Carpentier, por ejemplo, plantea y describe “El son de la Ma´ Teodora”, pero cuestiona al mismo tiempo su origen y deja abierta la necesidad de una investigación a fondo cuando propone que se debía buscar en los barrios habaneros el surgimiento del Son, lo que denota su falta de claridad entre los conceptos de ritmo y género musical:

«La trovera de Santiago había asimilado lo que entonces se escuchaba en la isla, y lo devolvía a su manera, añadiéndole un rasgueado estribillo, que no, por mera casualidad, tiene el mismo ritmo que solía introducir, en el siglo pasado, las coplas de La Resbalosa, danza de negros de Argentina y Chile.» (3)

3. Alejo Carpentier. La Música en Cuba. Editorial Letras Cubanas. 2004. Pág. 30.

El músico y musicólogo cubano Leonardo Acosta, contemporáneo y lúcido investigador, nos hace reflexionar, formalmente, en los riesgos de las actuales tendencias y viejas teorías acomodadizas de la historiografía y musicología cubana, al referirse al origen del Son plantea:

«En esta mezcolanza se confunden variantes regionales con variantes históricas o al menos obviamente diacrónicas, pues cualquiera de nosotros debe suponer que el son montuno es anterior al urbano, y el son oriental precede al habanero. También se incluyen híbridos muy posteriores del son con otra cosa, que más bien pertenecen a la «coctelería» que, a la teoría, o a la misma lógica. Se mezclan en una sola categoría (complejos) la simultaneidad temporal (sincronía), la diversidad espacial o regional (producida por difusión, o sea, diacrónica), y la evolución y desarrollo histórico (diacronía).» (4)

La historia resulta más interesante cuando entre varias contradicciones e inconsistencias históricas, nunca se ha presentado evidencia documental de la existencia de las hermanas Ginés, en Cuba o en la República Dominicana. Consecuentemente, entre otras incongruencias, resulta imposible ubicarlas en el periodo adscrito cuando para esa época la introducción masiva de esclavos (varones) al Caribe estaba aún por establecerse. Así mismo la destacada musicóloga Zoila Lapiqué, (5) quién por años revisó, exhaustivamente los archivos de la Colonia en La Habana, nunca encontró una nota o apunte que evidenciara la alegada existencia de las hermanas Ginés.

4. Leonardo Acosta. De los complejos genéricos y otras cuestiones. Revista Clave. Año 4. Número 3 / 2002. pág. 9. (35)

5. Zoila Lapique Becali: Cuba colonial: Música, compositores e intérpretes (1570-1902), Editorial Letras Cubanas, La Habana, 2008.

¿A dónde va la Ma´Teodora…?

Hoy, todavía, en Cuba y otros países, muchos siguen citando y haciendo referencia a esta obsoleta teoría para fundamentar y explicar la negativa del origen del Son, como ritmo auténticamente cubano, aunque es imperdonable ignoren a Leonardo Acosta, Radamés Giro, José Reyes Fortún y Helio Orovio, entre tantos, que han divulgado la irrefutable validez del estudio de Muguercia. Pero lo más asombroso está por explicar aún, y es que los amantes del Son cubano y decimos CUBANO, en la República Dominicana hacen campaña a favor de que se reconozca este “ritmo musical” como Patrimonio Intangible Universal dominicano por ser las hermanas Ginés, supuestamente, naturales de Santiago de los Caballeros, en esa isla hermana y por demás muy cercana al Oriente de Cuba, la región dónde algunos afirman “se da a conocer el ritmo del son” o peor aún “nace el son cubano” como hijo del Changüí, el Nengón, la Regina y el Kiribá–este último citándose como género cuando no pasa de ser un tema de cierre de las fiestas changüiceras, o sea un Nengón. Además, es bien sabido que ninguno de estos géneros puede ser, ni siquiera remotamente, considerado pariente del son cubano.

Ahora, si de conjeturas se trata, debemos agregar otra increíble teoría que afirma contradictoriamente “… el son fue llevado a La Habana por los soldados permanentes”, ¡faltando solo decir la hora y el tren en que llegó a la capital! -como afirma categóricamente José Reyes Fortún. Todas estas son solo vanas hipótesis erróneamente presentadas como sólidas teorías que, sometidas a riguroso escrutinio, una tras otras, resultan equivocadas ya que sus fundamentos son inconsistentes y carecen de bases científicas, históricas y, sobre todo, musicológicas. ¡Ah! Se nos olvidaba otra más, se trata de la tan cacareada historia de las “Bungas” como vehículo que portara el Son del Oriente cubano a Matanzas y fueran factor determinante en la creación del Danzonete, cuando bien sabemos que a este subgénero no le hizo falta agregarle componente alguno porque es una auténtica creación derivada principalmente del Danzón y lo cierto es que las Bungas estuvieron siempre lejos de interpretar el Son. En resumen, todas estas incoherentes propuestas de carácter hipotético se dicen y contradicen al no discernir entre “ritmo de Son” y “género de Son”. Una explicación aclaratoria al respecto, excelentemente conceptualizada, fue la formulada por Leonardo Acosta en su libro «Otra visión de la música popular cubana», (6) donde fundamenta, estructura y deja inmejorablemente bien definido cómo un ritmo musical puede convertirse en un género o en varios géneros musicales que a su vez producen subgéneros, al tiempo que desmiente “mitos” sobre supuestos “padres o inventores” de géneros y ritmos acotados en la historiografía de la música popular cubana

6. Leonardo Acosta. Otra visión de la música popular cubana. Ediciones Museo de la Música. 2014. 305 pág.

Después de esta nueva visión queda claro que “ritmo de Son”, resulta obvio, ha estado en existencia desde mucho antes a lo que se asegura, no solo en la región oriental sino en todo el territorio del archipiélago cubano. Ahora, cuando hablamos de “ritmo de Son” debe entenderse tiempo de 2X4 con influencias, entre otras, mayoritariamente conga y/o carabalí que, con diferentes instrumentaciones conllevan las alternancias de textos y/o estribillos, la polirrítmia característica, la típica síncopa con la debida anticipación del contrabajo y el metro ritmo de la clave, este último portador del cacareado “Cinquillo” que se sabe es heredado de África. Aún más novedoso, Leonardo Acosta propone convincentemente que la cristalización del género del “Son cubano” se realiza en La Habana con la creación de los “Septetos de Sones”, formato instrumental al cual le corresponde por antonomasia la consumación de este género musical propio de la capital cubana. Aunque los ritmos de sones se han manifestado en diversas latitudes con anterioridad a lo que algunos alegan o proponen, es innegable que el Son, como género, se materializa en La Habana y el mayor contribuyente a este proceso de consolidación, así como su mejor exponente, que de paso lo convirtiera en “Clásico”, fue Ignacio Piñeiro Martínez:

El aporte de Ignacio Piñeiro a la música cubana no se puede medir, es decir, por mucho que se investigue, se valore, analice, pondere su aporte, siempre habrá un resquicio, un rescoldo, un punto que nos sorprenderá. Se dice que Ignacio Piñeiro fue el padre del Son y yo pienso que sí, que en buena medida lo fue, ¿Qué era el Son antes de Piñeiro y qué fue después? Y más que el Son, ¿Qué era la música cubana, antes y después de Piñeiro? Es muy evidente que tenemos un antes y un después en la música cubana con relación a Piñeiro, él es un hito que marca la prehistoria, vamos a decir, y la historia que nace con él, no solo del Son, yo creo que de toda la música popular cubana. (7)

En los trabajos musicológicos de los últimos diez años se destaca el del Armando Rodríguez Suardiaz quién afirma: […] Existen evidencias de que ya en las contradanzas que se tocaban en La Habana a mediados del siglo XIX, existía un esbozo del “montuno” característico del son; Es en La Habana donde se reúnen todos los elementos de estilo que dan lugar al nacimiento del son. […] Las “rumbitas campesinas”, que surgen a mediados del siglo XIX, son una manifestación del “prototipo de la rumba”, así como la simiente primigenia del son; los géneros precursores del son o proto-sones, no surgen sólo en la región oriental, sino a todo lo largo de la Isla;

7. Helio Orovio. Prólogo del libro “La Habana tiene su son”. Ediciones Cubanas, ARTEX. La Habana, Cuba. 2012.

8. Armando Rodríguez Ruidíaz. El origen de la música cubana. Mitos y realidades. A modo de introducción. Pág. 4.

El mito o la leyenda de la “Ma´Teodora” subyace en la memoria histórica de nuestra música cubana, a pesar de que fuera desmitificada ya casi 50 años atrás, por Alberto Muguercia, sus archivos ubicados hoy en la Biblioteca Nacional “José Martí” en La Habana, están por difundir e incluso muchas de las cintas magnetofónicas de sus entrevistas y grabaciones de terreno esperan la mano caritativa de los recursos brindados por las nuevas tecnologías, antes de que se deterioren, allí entre tantos documentos, apuntes y gráficos manuscritos, se puede acceder a su informe científico investigativo “Teodora Ginés ¿mito o realidad histórica?” publicado en la Revista de la Biblioteca Nacional José Martí, septiembre-diciembre de 1971. Pág. 53-85.

En su amplia hoja de servicios, según consta en sus apuntes biográficos, Alberto Muguercia Muguercia, nacido en Santiago de Cuba en 1928, motivado por ciertos indicios que disputaban el origen del “ritmo del son” en la región montañosa del Oriente cubano realizó, en esa zona, una encomiable labor de Estudios de Terreno en los que el Son ocuparía una parte importante de sus investigaciones. Sabemos también que Muguercia compartía la creencia de la existencia de un “son oriental” pero reconocía en esta expresión una fuerte influencia occidental causada por las migraciones acaecidas durante el período de introducción del cultivo de la caña de azúcar desde el extremo opuesto de la isla mucho antes del arribo del Ejercito La Permanente a La Habana o la presencia de las “Bungas” en Matanzas. El aserto de que el Son primigenio era “El son de la Ma’ Teodora” junto a otras tantas aserciones similares le indujeron a realizar el susodicho estudio con el afán de comprobar la validez de tales afirmaciones. En este arduo proceso, Muguercia no solo impugna magistralmente dicha teoría, sino que a la par demuestra decisivamente la inexistencia de las renombradas hermanas Ginés.

Cabe aquí recalcar que muchos han sido los fallidos intentos por demostrar y corroborar la existencia de la misteriosa “Ma’ Teodora”, su supuesto nacimiento en la República Dominicana y su alegada presencia física en Cuba. Es tal vez por ello que nos llama la atención el ensayo de Karoline Bahrs […] en el que acertadamente expone:

Intentos de definir el «Son» han surgido en la musicología cubana durante el siglo XX, pero no en la dominicana. Las cronologías o las antologías de la primera mitad del siglo XX no se centran en los orígenes del «Son» en la República Dominicana, ni siquiera lo mencionan. Por lo tanto, es poco probable que el origen, la transmisión y desarrollo del complejo genérico del son y de las tres partituras puedan algún día ser satisfactoriamente rastreados. Cuestiones relacionadas con los mismos autores, así como sus motivos para escribir una pieza además en notación musical occidental permanecerán sin respuesta. (9) Durante mi investigación en la República Dominica en el 2006 tuve la oportunidad de conocer a varios músicos dominicanos en Santo Domingo y en Santiago de los Caballeros que conocían el tema musical del “Son de la Ma’ Teodora”. Sin embargo, la melodía cantada, y aún menos la forma rítmica, no correspondía con ninguna de las tres partituras presentadas en este artículo. (10)

9. Karoline Bahrs. El origen de sones afroantillanos: perspectivas dominicanas con respecto al “Son de la Ma’ Teodora”. Latin American Music Review. University of Texas Press. Volume 32, Number 2, Fall/Winter 2011. pp. 233.

10. Karoline Bahrs. El origen de sones afroantillanos: perspectivas dominicanas con respecto al “Son de la Ma’ Teodora”. Latin American Music Review. University of Texas Press. Volume 32, Number 2, Fall/Winter 2011. pp. 234

Así mismo, uno de los trabajos más bien fundamentado y conclusivo es el elaborado por Armando Rodríguez Ruidíaz, cuando plantea categóricamente:

Después de descartar la validez del «Son» de la Má Teodora» como un ejemplo aceptable de música cubana del Siglo XVI, creemos que todavía es posible utilizar la conocida tonada como ejercicio especulativo que nos ayude a formarnos una idea de ciertos estilos musicales que fueron interpretados por la población de Cuba entre los siglos XVI al XVIII. […] El musicólogo y productor musical Tomás García señala que – No hay ninguna evidencia, no se ha encontrado ni siquiera una prueba de la existencia de estas dos hermanas. Una sucesión de confusiones y de fuentes sin sustento han generado esta situación. Micaela y Teodora Ginés son literatura, no historia de la música Los primeros elementos rítmicos de origen africano en la música cubana no llegaron de Africa, sino de España; El Son de la Má Teodora es una canción-danza sesquiáltera, y no un “calco de romance extremeño” como afirma Alejo Carpentier.[…] (12)

Armando Rodríguez Ruidíaz. El origen de la música cubana. Mitos y Realidades. 2015. Redway, CA, Bembe Books, 2011(xxii) ISBN 1-4537-1313-1 74 (consultado 18-12-2019) Pág. 23.

Armando Rodríguez Ruidíaz. El origen de la música cubana. Mitos y Realidades. 2015. Redway, CA, Bembe Books, 2011(xxii) ISBN 1-4537-1313-1 74 (consultado 18-12-2019) Pág. 3.

Finalmente, y a modo de conclusión citaremos a la insigne profesora cubana de musicología Dra. María Teresa Linares cuando declaraba a la prensa en República Dominicana:

La musicóloga cubana María Teresa Linares, decana de los investigadores cubanos, a sus 87 años, en una habitación del hotel Marriot de Santo Domingo, dice: «Pienso que eso es novela, porque en Cuba se demostró con un trabajo que hizo el ya fallecido musicólogo cubano Alberto Muguercia, con todos los archivos de la Biblioteca Nacional y el Archivo Nacional, que los documentos de De la Parra, que fue quien originalmente escribió eso y por lo cual le dieron crédito Sánchez Matons y a los demás músicos del siglo XIX, eran apócrifos, eran falsos». (13)

Aunque todavía la “Ma’ Teodora, rajando la leña está”, cabe decir la frase popular cubana: ¡Yeyo compadre, ¿hasta cuándo la Ma’ Teodora?!.

13. Alfonso Quiñones. ¿Que dónde está la Ma’ Teodora? Diario Libre. República Dominicana. 13-04-2007.

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